La integración de estas dos Medicinas nos abre un campo de infinitas posibilidades de aplicación en la fisiología corporal, a nivel articular, visceral, anímico, energético y espiritual. Con la escucha de los tejidos se abre la puerta de la confianza para llegar a la causa que generó la enfermedad, y desde ahí lo crónico e incurable acaba perdiendo su sentido. Bienvenidos al disfrute terapéutico.

Hola ¿cómo estás? Te saludo nuevamente para presentarte una extraordinaria propuesta de conexión entre la Terapia Cráneo-Sacral y La Nueva Medicina, para facilitar la recuperación de todas las personas que lo necesiten, tanto en el plano físico, psíquico, energético y espiritual.

En primer lugar voy a hacer un esbozo de la Terapia Cráneo-Sacral, seguido de una introducción a la Nueva Medicina; y por último veremos la fusión entre ambas disciplinas.

La Terapia Cráneo-Sacral vio la luz durante la primera mitad del SXX, de la mano del Dr. William Garner Sutherland, al quedar fascinado por la arquitectura de los huesos que componen la estructura craneal; intuyó que las suturas que los conectan entre sí estaban diseñadas para permitir pequeños movimientos. Y efectivamente así lo demostró. Estos movimientos, no por sutiles eran de poca importancia, ya que respondían a un mágico impulso rítmico que procedía del sistema sacro-craneal. Éste, es un sistema hidráulico semicerrado, por donde circula el LCR (líquido cefalorraquídeo), que debido a un mecanismo de producción y de reabsorción, provoca un movimiento de expansión y de retracción en todo el cuerpo, que podemos registrar mediante la palpación manual.

El diseño de este sistema garantiza la integridad del sistema nervioso, y  de su buen funcionamiento depende la comunicación con el resto de órganos. Allí donde ese movimiento no se expresa con armonía, nos solemos encontrar desequilibrios, alteraciones y disfunciones. Por ello, una correcta valoración de este impulso rítmico nos conduce con extraordinaria precisión hasta la causa del problema; convirtiéndose en una herramienta diagnóstica de incalculable valor.

La TCS (Terapia Cráneo-Sacral)

Disponemos de esta técnica manual de palpación sutil, para detectar y corregir los desequilibrios del sistema sacro-craneal evaluando la calidad de su ritmo. Este ritmo se puede sentir como el pulso cardíaco o el respiratorio, con la diferencia de que el ritmo cráneo-sacral lo podemos evaluar y además corregir durante la palpación.

Sutherland sentó las bases de la técnica que a finales del SXX complementaron especialistas como el Dr. John Upledger.

La TCS se ha ganado a pulso su prestigio terapéutico, y lo ha hecho basando su eficacia en la utilización de técnicas amables, con una visión global y respetuosa del paciente.

El comportamiento de los tejidos va a determinar una jerarquía lesional, que si se sabe interpretar, facilita la secuencia de recuperación. Esto nos va a permitir viajar a través del cuerpo, como si de un trazado de carreteras se tratase, en el que los tejidos multiplican sus posibilidades de conexión. Por ello creo que estamos ante una de las especialidades terapéuticas que mejor puede hermanar con las aportaciones de la Nueva Medicina del Dr. Ryke Geerd Hamer.

La Nueva Medicina ha conseguido describir con asombrosa precisión todo un mapa de los conflictos biológicos humanos, con su distribución territorial en el cerebro; y el vehículo que vamos a utilizar para que se desplace por esa cartografía es la Terapia Cráneo- Sacral.

Un acontecimiento en forma de shock conflictivo, de cierta intensidad, que nos coge desprevenidos y que vivimos en soledad, puede dejarnos una impronta en el encéfalo en forma de foco de Hamer, o lo que en Craneosacral denominamos quiste energético (TCS);y aquí es donde la TCS actúa favorablemente, bien para disolverlo, o bien para cambiar la fase de simpaticotonía a parasimpaticotonía (las dos fases del sistema nervioso vegetativo, o también llamado autónomo).

A continuación vamos a recordar el sentido que tiene el triángulo de la enfermedad que postula el Dr. Hamer, y así entenderemos mucho mejor lo que la TCS puede hacer en combinación con la Nueva Medicina.

El triángulo de la enfermedad

La mayoría de las veces el enfermo expresa sus alteraciones orgánicas mediante signos o síntomas, y es a través de estas manifestaciones como trabajan casi todas las terapias y la medicina en particular. Generalmente se aplican protocolos para cada enfermedad, sin tener en cuenta la singularidad de cada persona (edad, sexo, estructura física, trabajo, ocupaciones, circunstancias personales, estado de ánimo), que es a la que hay que tratar, y no sólo a su alteración.

La enfermedad la expresa el enfermo mediante un triángulo, en cuyo vértice superior se sitúa la psique, y en los vértices de la base, el cerebro y el órgano afectado, respectivamente.

La psique actúa, la mayoría de las veces, como estación receptora de un conflicto biológico, dejando una huella (en forma de foco de Hamer o de quiste energético) en el área correspondiente del cerebro. Éste a su vez sufre una especie de cortocircuito, alterándose la comunicación con el órgano que gobierna. El abastecimiento del flujo nervioso cambia y es entonces cuando aparecen las perturbaciones orgánicas.

Si tenemos en cuenta la presencia de este triángulo, al que también podemos llamar (desde que nos ponemos a trabajar) el triángulo de la salud, los resultados terapéuticos son más satisfactorios y menos invasivos.

A nivel jerárquico el dominio lo posee la psique, que es la primera que reacciona ante un conflicto biológico. Simultáneamente el cerebro integra, en su área correspondiente (que Hamer ha sabido delimitar con extraordinaria precisión), la energía de ese conflicto biológico que vive el individuo, dejando una huella en forma de anillos concéntricos semejante a una diana (el foco de Hamer). Estas señales en el encéfalo son observables a través de TAC craneal y de RM craneal. Por último, son los órganos y los tejidos los receptores de todos los desajustes anteriores y los encargados de expresar la enfermedad.

La medicina convencional y la mayoría de terapias proponen la curación a través del órgano. Hamer propone trabajar la psique desde el conflicto biológico. Y aunque los resultados que se obtienen de este modo son a menudo espectaculares, no todas las personas se muestran receptivas para admitir que lo que les pasa se debe a un conflicto de la psique de origen biológico. “Yo no tengo problemas  ni conflictos”, es una frase que habitualmente escuchamos en la consulta.

¿Qué pasa entonces con el cerebro? ¿Quién lo trabaja de manera respetuosa, no invasiva, sin fármacos, y con algún resultado?

La siguiente propuesta está encaminada a trabajar directamente sobre el cerebro, sus focos de Hamer o quistes energéticos, para cambiarles la fase del sistema nervioso vegetativo (de simpaticotonía a vagotonía) y para que posteriormente se disuelvan a partir de la solución del conflicto.

El trabajo que se va a aplicar se ejecuta de la manera más respetuosa posible: exclusivamente con las manos, siguiendo fielmente el comportamiento de los tejidos. Utilizamos nuestras manos, previamente adiestradas, para rescatar toda la información posible que transmita el cuerpo del paciente. La precisión que se puede alcanzar con un diagnóstico manual de estas características resulta equiparable a la de cualquier máquina de radiodiagnóstico, con la ventaja de que la Craneosacral es una técnica de valoración dinámica que, de forma continua, registra las evoluciones del individuo, tanto a nivel físico, energético como a nivel emocional.

Durante el trabajo en consulta se realiza una valoración del estado general del paciente, localizando las áreas de mayor tensión. Se establecen las correspondencias entre cerebro y órganos, y mediante técnicas de escucha (técnicas de diagnóstico Cráneo-Sacral) se averigua el área corporal por donde hay que comenzar.

Sabiendo el órgano afectado sabemos a qué área cerebral corresponde, y viceversa. Consultando las tablas de La Nueva Medicina encontramos el conflicto biológico, y si lo consideramos conveniente se lo comunicamos al paciente para agilizar la recuperación. Pero a menudo nos podemos encontrar con casos en los que esa información les pueda resultar distorsionante (como los conflictos de rencor o los de frustración sexual) y no los admitan como motivo de su enfermedad. En estos casos es cuando la TCS resulta de enorme utilidad, porque trabaja sobre el foco de Hamer en el cerebro (cambiando la fase simpática a parasimpática en pocos minutos) sin necesidad de dar explicaciones a la persona que estamos tratando sobre la raíz de su conflicto. De hecho, a partir de la segunda sesión muchos de nuestros pacientes llegan a consulta expresando abiertamente conflictos que antes no eran capaces de reconocer, lo que revela que han cambiado a la fase de recuperación.

Con la Terapia Cráneo-Sacral podemos trabajar, como hemos dicho, sobre el relé cerebral, y también sobre los órganos. Asimismo trabajamos simultáneamente sobre cerebro y órgano; y lo mejor de todo es que cuando conectamos de este modo, la psique del paciente se suele activar y acaba liberando su estado de ánimo. Por tanto con la Craneosacral estamos ante una de las mejores maneras de practicar la Medicina, de forma respetuosa y global, sobre el triángulo de la enfermedad que postula el Doctor Hamer: psique, cerebro y órgano.

Debemos destacar un buen nivel de concentración en las sesiones de trabajo para fusionar con los tejidos y para que así nos puedan aportar el máximo de información.

Los protocolos terapéuticos no sirven. Nuestro trabajo debe ser lo más personalizado posible. Estamos tratando enfermos, personas, no enfermedades.

Foco de Hamer – Quiste energético

El foco de Hamer es la región del encéfalo donde se registra el impacto producido por un conflicto biológico. El área de localización del foco determina la cualidad del conflicto, y el tamaño determina su intensidad.

En la fase activa del conflicto el foco se manifiesta en forma de anillos concéntricos bien delimitados adoptando el aspecto de una diana. Durante la fase de resolución los anillos se disuelven y el foco toma una apariencia más difusa, como consecuencia del edema local.

En el momento que el foco de Hamer aparece en el cerebro la enfermedad progresa en el órgano, ya sea aumentando su masa a través de una división mitótica, o perdiéndola mediante una destrucción necrótica. Todo va a depender de cual sea el origen embrionario de cada órgano o tejido.

Los oncólogos interpretan los focos de Hamer como tumores o metástasis cerebrales. Si además presentan un edema perifocal bien circunscrito por la utilización de material de contraste, entonces los denominan tumores cerebrales de progresión rápida. Si aparecen en el córtex se interpretan como tumores meníngeos.

En realidad el foco de Hamer no es un tumor, es siempre lo mismo, la región en donde se registra el impacto del conflicto en distintas fases de evolución.

El único tejido cerebral que se puede multiplicar es la neuroglía, la que forma el tejido de sostén del sistema nervioso constituida por tejido conjuntivo.

Cuando se produce el conflicto aparece automáticamente el foco de Hamer en el cerebro. Este foco se encuentra en cortocircuito, en fase de simpaticotonía continua, que no debe durar mucho tiempo ya que se produce un deterioro en los circuitos de conexión cerebrales, y a su vez se va dañando el órgano dependiente.

La fase PCL (postconflictolítica) da paso a la fase de parasimpaticotonía o también llamada de recuperación. A partir de este momento el organismo comienza a reparar los daños.

El quiste energético (término acuñado por la TCS) se define como un área de desorganización celular producida por la entrada en el cuerpo de un vector de fuerza de origen mecánico, químico o emocional. Este vector se introduce en el organismo hasta que encuentra un tejido que no lo puede disipar, y es el lugar en donde se aloja.

Curiosamente los quistes energéticos se expresan en forma de ondas concéntricas (como las de un estanque en calma cuando le arrojamos una piedra) de manera continua, lo que nos ayuda en su localización. Encontramos entonces semejanzas más que notables entre el foco de Hamer y el quiste energético.

Si somos capaces, como terapeutas craneosacrales, de encontrar quistes energéticos en el cuerpo, ¿porque no íbamos a encontrar los focos de Hamer con nuestras manos? No obstante no dejan de ser quistes energéticos en el cerebro. Esto conlleva ciertas dificultades al principio, ya que el cerebro es un territorio mucho más reducido que el resto del cuerpo, y los errores en la percepción nos pueden conducir a falsas interpretaciones. Pero dichas dificultades se subsanan con entrenamiento y, por supuesto, con un buen conocimiento anatómico del encéfalo.

Os animo a que conozcáis esta propuesta.

Michael Laloux Kodaewa, diplomado y profesor de Osteopatía, Naturopatía, la Nueva Medicina, Brain Release Technique (BRT), Hormonal Osteopathy (HO) y Terapia Biológica Animal (BRT). Director de la INTERNATIONAL SCHOOL OF CRANIAL LISTENING (Escuela Internacional de Escucha Craneal) en Madrid, c/ Abada, 2 – 2º 8 izda. Teléf: +34 636 405 128.

Artículo publicado en el nº 149 de Espacio Humano, Febrero 2011.

En la actualidad hemos pasado a denominar la TCS-NM (Terapia Craneosacral Aplicada a la Nueva Medicina) como BRT (Brain Release Technique).