La Craneosacral, más allá de ser una terapia corporal, se convierte con cada sesión en una arte de la escucha, no sólo de los tejidos del cuerpo sino también de los tejidos del alma de las personas.

Hola, me llamo Michael Laloux Kodaewa, y durante las próximas líneas os voy a expresar de qué manera la Terapia Cráneo-Sacral participa en mi vida, desde que empecé a estudiarla, para incorporarla en la consulta.

Me dedico a la terapia manual por vocación, porque del contacto humano aprendo algo nuevo cada día y porque además me divierte. Me parece una gozada poder decir esto, y doy gracias cada día por ganarme la vida con una profesión que me gusta. Profesión en la que integro la Osteopatía, el Masaje Terapéutico, la Naturopatía y la Nueva Medicina.

De la formación que he recibido, la Terapia Cráneo-Sacral me atrae especialmente porque tiene la particularidad de que se puede aplicar de una modo cotidiano. Y, sin duda, esa cualidad tiene que ver con la actitud respetuosa con la que se hace la toma de contacto con las personas: desde la escucha.

Aprender a escuchar los tejidos, antes de intervenir con técnicas y maniobras terapéuticas, he ido comprobando que resulta de vital importancia para conseguir resultados cada vez más satisfactorios.

Escuchar, con respeto, dándole tiempo a los tejidos, como a las personas, para que se expresen, abre cada vez más la puerta de la confianza. Y desde la confianza se relajan no sólo nuestras células sino también nuestro tejido emocional. A diario conviene revisar, como terapeuta y como ser humano que convive con los demás, el espacio que dedicamos a escuchar, libre de prejuicios y con paciencia. Y descubrimos que cuanto más grande es ese espacio, más grande es el caudal de información que nos llega.

Tenemos comprobado que cuando escuchamos con interés y sin interrumpir, el nivel de confianza de quien nos habla aumenta de manera proporcional al nivel de nuestra atención. Y esta situación facilita el flujo de comunicación entre las personas. Lo mismo sucede en la terapéutica, y más en concreto en la terapia manual como la Craneosacral.

Cuando un paciente llega a nuestra consulta para pedirnos ayuda y se tumba en la camilla, podemos realizarle infinidad de pruebas diagnósticas, tantas como las especialidades que hayamos estudiado; y a continuación poner en práctica las técnicas de corrección o manipulación correspondientes. O sencillamente explorarle, con una palpación sutil, respetuosa y profunda (con técnicas de escucha como la del tirón fascial), permitiendo que sea el propio cuerpo el que nos lleve hasta las zonas de mayor tensión; y lo va a hacer a través de las fascias.

Las fascias son envolturas de tejido conectivo que tapizan órganos, músculos, huesos, vasos sanguíneos y nervios, y que en casos de lesión, se comportan como transmisores de esa tensión en todas las direcciones del cuerpo. Y lo hacen de manera radial, igual que cuando pellizcamos una tela y salen arrugas.

En el ser humano, como en el resto de seres vivos, cuando se produce una alteración, ya sea de origen físico, químico o emocional, la fascia sufre una retracción que produce arrugas que se pueden detectar mediante la palpación sutil de la Terapia Cráneo-Sacral. Y ésta nos conduce de manera sorprendente al lugar exacto del origen de la lesión. Esta forma de escuchar al cuerpo, cuando se confía en ella, es de una gran fiabilidad, y nos ayuda a diferenciar lo que nos cuenta el paciente y otros juicios diagnósticos de lo que nos dice verdaderamente el cuerpo, ya que la fascia no suele engañar. Y de muchos ya es conocido que donde aparece el síntoma no acostumbra a estar el origen de la lesión. Como ejemplo valgan las afonías, que la mayoría de las veces poco tienen que ver con coger frío en la garganta y sí más con problemas de comunicación (como no decir en el momento lo que uno siente). O la osteoporosis, que biológicamente no tiene ninguna relación con factores genéticos, ni con ¨la edad¨, sino más bien con conflictos biológicos de desvalorización. O la úlcera de estómago, cuyo origen tiene que ver con una contrariedad territorial difícil de digerir, y no con la presencia de una bacteria. Y así podemos mencionar multitud de ejemplos que hasta nuestros días siguen confundiendo a muchos, que a su vez manipulan a otros tantos sin pararse a escuchar lo que dicen los cuerpos desde el punto de vista físico, psíquico y energético.

Lo más sorprendente de esta escucha es que comenzamos desde una palpación superficial, a nivel cutáneo, alcanzando planos de profundidad muscular, visceral y del sistema nervioso sin apenas causar molestias, ya que son los tejidos del cuerpo los que nos permiten llegar a esos territorios mediante un nivel de comunicación que denominamos diálogo terapéutico. Este tipo de diálogo conduce la mano hacia las áreas del cuerpo de mayor demanda mediante suaves tirones fasciales, y mecanismos de succión y de repulsión.

Cuando el terapeuta consigue fusionar con el paciente, entonces se abre la puerta de la comunicación entre ambos y el flujo de información que el terapeuta, el facilitador, recibe, supera los límites de lo físico. Nos encontramos con un tipo de terapia que trata al ser humano como mucho más que un conjunto de huesos, carne y pellejo.

La especie humana, desde que lo es, se ha caracterizado por su creatividad, por su curiosidad y por su sensibilidad. Por eso quiere que se le respete en todos los órdenes, y por supuesto también en el plano terapéutico.

Nos encontramos en una era donde ya no queremos disfrazar el dolor con un medicamento. Queremos saber por qué nos pasan las cosas, y lo que es más importante, para qué nos pasan. Darnos cuenta, tomar conciencia del sentido de la enfermedad, se convierte en un paso de gigante en nuestra evolución. De nosotros depende si queremos seguir creyendo en la casualidad o en la causalidad.

Feliz año y feliz vida. Volvemos a estar en contacto a lo largo del año.

Michael Laloux Kodaewa, diplomado y profesor de Osteopatía, Naturopatía, la Nueva Medicina, Brain Release Technique (BRT), Hormonal Osteopathy (HO) y Terapia Biológica Animal (ABRT). Director de la INTERNATIONAL SCHOOL OF CRANIAL LISTENING (Escuela Internacional de Escucha Craneal) en Madrid, c/ Abada, 2 – 2º 8 izda. Teléf: +34 636 405 128.

Publicado en Enero de 2010 en la revista Espacio Humano.